Walter Chandoha, el «fotógrafo de los gatos». Una vida dedicada a retratar la esencia de los gatos, ahora recogida en un recopilatorio.
Quienes me conocen saben que me gusta la fotografía, y los gatos… Así que, por conjunción, me declaro amante de la fotografía de nuestros animales preferidos. Por lo tanto, tengo suerte de vivir en esta época, en la cual el ser humano ha creado una red mundial, con el único objetivo de intercambiar fotos de gatitos ;)
Las primeras fotografías de gatos
Pero los gatos fueron objeto de la atención de algunos reconocidos fotógrafos mucho antes de esta era de Facebook o Instagram.
Allá en el siglo XIX, y en el paso al XX, algunos fotógrafos como el británico Harry Pointer, o el estadounidense Harry Witthier Frees, ya descubrieron la faceta cómica que los gatitos podían aportar a imágenes que distribuían como tarjetas, para un uso infantil (en el caso de Witthier, empleando con sus modelos técnicas de contención que hoy desaprobaríamos).
Walter Chandoha, el fotógrafo de los gatos
Y llegamos a una tarde de frío invierno en 1946, cuando un fotógrafo que se gana la vida como freelance en Nueva York, tiene un encuentro casual con un gato gris al regresar de la universidad. Ese fotógrafo se llamaba Walter Chandoha, y el gato que le esperaba acurrucado y temblando en la nevada calle de la ciudad… se ganó el nombre de «Loco» cuando, nada más llegar a casa de Walter, alborotó sin remedio el descanso de su rescatador y su esposa Maria. Es posible que ya conozcas a Loco, probablemente hayas visto más de una imagen suya en tu pantalla. Hoy te voy a presentar a Walter, y cómo aquel encuentro casual fue el inicio de una carrera que ni él mismo esperaba, hasta el punto de ser considerado y recordado principalmente como el pionero de la fotografía de gatos, que sentó las bases de esta disciplina. Ahí es nada.
Loco se ganó su nombre por algo Quizá la fotografía más conocida de Loco Loco saltando en el salón de Walter Chandoha
Un chaval que quiere ser fotógrafo
Walter George Chandoha nace en Nueva Jersey (EEUU) en 1920. Como en la adolescencia ya le picaba el gusanillo de la fotografía, usó la cámara familiar para sus primeros disparos, que le llevaron hasta el club de fotografía local, donde amplió sus conocimientos y técnicas en fotografía y retoque (sí, en aquellos tiempos también se hacía «Photoshop», aunque de otra manera). Como cualquier chaval que aún no tiene los recursos suficientes, construyó su primer cuarto oscuro en un armario de su casa familiar, empleando la vajilla como cubetas para los químicos.
Convencido de que para ganarse la vida con la fotografía debe dirigirse hacia el pujante sector de la publicidad de moda, al acabar el instituto consigue impresionar con sus fotografías a Leon de Vos, que le acepta como aprendiz en su estudio en Manhattan, donde comienza a ganar 12$ por semana. Allí aprendió la importancia de la correcta iluminación, el uso innovador del contraluz, y el encuadre de sujeto en un entorno controlado de estudio.
La II Guerra Mundial le pilla en su juventud, y es enviado como soldado a las islas del Pacífico, como reportero de guerra, con una cámara en lugar de un fusil. Si algo sacó a nivel profesional de esa experiencia fue entrenar la paciencia, la intuición y la rapidez de su vista, para anticiparse a la acción que ocurría sin control a su alrededor, y disparar en el momento preciso.
Poco sabía entonces Walter Chandoha que todo lo aprendido hasta entonces le iba a servir de una manera tan importante en su carrera que estaba por llegar, en la que no iba a fotografiar modelos en estudio ni soldados en batalla, sino otros sujetos, bellos, caprichosos, juguetones y personales, como fueron los gatos. El dominio de la iluminación y el ángulo para destacar su belleza, y la paciencia y rapidez visual para captar sus momentos inesperados, le ayudaron enormemente en esta nueva disciplina que iba a marcar su carrera profesional desde ese momento.
Captar la esencia del gato en fotografías
Desde aquel encuentro fortuito en 1946, y hasta la década de los años 50, Walter Chandoha tuvo tiempo para desarrollar una pasión fotográfica, que comenzó con las imágenes que tomaba a su gato Loco en su estudio y resto de su casa. Aprendiendo poco a poco a plasmar esa energía y encanto que descubría en el alma de Loco y otros gatos que desde entonces empezaron a pasar por su vivienda.

Su esposa, Maria, era su asistente, y Walter le atribuyó a su trabajo gran parte del éxito de aquellas fotos. «Tenía magia en las manos», decía, «Podía sentir por la tensión muscular si el gato estaba relajado o tenso». Junto a Maria, Walter creó muchas imágenes que intentaba vender a revistas, hasta que una serie de Loco llamó la atención de varias revistas internacionalmente. Y aunque ese fue un momento aislado que no se repetiría hasta tiempo después, para Walter fue la confirmación de que podría vivir haciendo fotografía de unos sujetos especiales que, cuanto más conocía, más aún continuaban sorprendiéndole.
Quizá la diferencia de la fotografía de gatos de Walter Chandoha con sus predecesores es que Chandoha, a pesar de buscar ganarse la vida («Cuando eres freelance y tienes una familia que crece, siempre quieres asegurarte de que puedes poner comida en la mesa», dijo) no empleó el recurso fácil de humanizar sin más al animal para buscar el efecto cómico, sino que supo encontrar su propia belleza felina, los sentimientos que su mera observación nos provoca, la dualidad de su alma, las sorpresas de su personalidad, aún más ignota que domesticada, y todo ello sin renunciar a un empleo comercial de su imagen, sin traicionar las necesidades del animal, cuando el mercado se lo pedía.
Llega el reconocimiento
Es en el momento de crecimiento económico post-guerra que se vive en EEUU, el surgimiento del consumo y el marketing, cuando Walter Chandoha recibe el reconocimiento de su trabajo fotográfico. Así, gracias al éxito que sus imágenes de gatos iban cobrando, llegó un momento en el que no había marca de productos para mascota que no quisieran contar con una foto del especializado Walter en sus envases o anuncios. Comentaba el Financial Times que «caminar por el pasillo de comida para mascotas de un supermercado en los años 60 era como asistir a la inauguración de una exposición de Chandoha».
Pero no sólo los productos para mascotas buscaban sus imágenes. Otros productos y negocios querían una foto del que ya era reconocido como «el fotógrafo de los gatos». Entre ellos, el famoso anuncio de los grandes almacenes Orhbach’s, en el que un gato luce muy «fashion» un sombrero y un cigarro (ambos fruto del retoque de la fotografía original), o los catálogos de suturas quirúrgicas Ethicon (marca de Johnson & Johnson) que, con el nombre de «Cat-a-log«, presentaban series de gatos con guiños a la profesión de enfermería, en forma de subtítulos graciosos.
Una pasión verdadera
El éxito para un fotógrafo que disfruta con lo que hace, es poder disponer del tiempo para captar las imágenes que el corazón le pide. Y eso es lo que pudo hacer Walter Chandoha, que además de atender sus encargos comerciales nunca dejó de fotografiar a sus sujetos preferidos, los gatos. Las gracias de sus varios gatos en casa, en el estudio o en cualquier otra habitación, la relación de sus hijas con los mininos, o incluso todas las fotos que hizo a gatos que vivían en exteriores, produjeron algunas de las fotografías más icónicas de este fotógrafo enamorado de los gatos.

En «The mob», Chandoha capta, cuerpo en tierra, la imagen de unos gatos del vecindario que acostumbraban a seguir al fotógrafo, agradecidos por la comida que él solía darles. La escena oportuna, el momento preciso, el encuadre adecuado y la iluminación conveniente; así de simple y así de complejo al mismo tiempo, para lograr una imagen que se convierte en icono.

El 11 de enero del 2019 muere Walter Chandoha, a sus 98 años, tras más de 75 años dedicado a la fotografía, dejando un archivo de más de 225.000 fotografías, de las cuales unas 90.000 fueron de sus sujetos preferidos: los gatos.
Para hacer buenas fotos de gatos no basta con disponer de buena equipación, ni de la experiencia técnica necesaria, ni siquiera con disponer de paciencia a raudales (como el propio Walter Chandoha reconocía), hace falta algo más, ese conocimiento y respeto por el animal, ese entendimiento de su naturaleza felina, la sensibilidad para entender su momento, y cuándo nos están diciendo algo que tenga sentido para nosotros.
Así, se puede decir que Walter Chandoha eligió fotografiar gatos, o… que los gatos escogieron por su sensibilidad a este profesional, para que el mundo aprendiera a hacerles las fotografías que ellos merecen.
El recopilatorio
Walter Chandoha publicó varios libros de fotografías, y sobre fotografía, en los que mostró su trabajo con estos difíciles sujetos (si has intentado hacer buenas fotos de tu gato, sabes a qué me refiero), y explicó las bases para la obtención de imágenes como las que él nos dejó. Bases técnicas y expresivas que hoy son usadas por los fotógrafos de mascotas, y especialmente de gatos, que le han seguido.
En el 2017, Taschen, editorial centrada en las artes, comenzó el trabajo para publicar un recopilatorio de la obra gatuna de Walter Chandoha. «Cats. Photographs 1942-2018» es un recopilatorio en el que trabajaron hijas y nietos del fotógrafo, quienes aseguran que el propio autor también pudo disfrutar. La muerte de Walter Chandoha, en este 2019, quiso que el recopilatorio fuera póstumo.

Taschen me envió un ejemplar para poder conocerlo, tocarlo y examinarlo. No recibo otro patrocinio que ese ejemplar, y otro que amablemente nos han ofrecido para ser entregado como regalo próximamente en un Desayuno Gatuno (evento para amantes de los gatos, en Madrid).

Sus fotos domésticas, sus anuncios, fotos en exteriores, los gatos de su vecindario y de sus viajes por el mundo, la interacción de la gente con los felinos, primeros planos de belleza, contrastes sorprendentes, momentos sorpresivos, ángulos expresivos, gatos ratoneros y mimados gatos campeones en concursos felinos, juegos, caza, paseos, miradas… nada relacionada con el gato y su mundo pasó desapercibido a la cámara y sensibilidad por lo felino de Walter Chandoha.

El recopilatorio tiene la calidad técnica a la que Taschen nos tiene acostumbrados. Un libro de esos que se disfrutan cuando te reservas tiempo libre, para degustar sin prisas cada imagen, cada página, que pasas con delicadeza, y con ese olor a «libro de fotografía» que, si eres fetichista como yo, disfrutarás. Con punto de lectura para retomar el viaje visual cuando tengas que interrumpirlo. Las guardas muestran una hoja de contactos del autor, detalle que acerca por un momento el trabajo del autor al aficionado a la fotografía. El texto de las primeras páginas, en inglés, francés y alemán, ofrece el contexto de la obra del fotógrafo, e incluye un prefacio del propio Walter Chandoha, y de Susan Michals (fundadora de los eventos CatCon y Cat Art Show en EEUU), junto a imágenes del trabajo del autor en su estudio y fuera de el.
Un libro «degustación» que creo que te gustará si te gusta la fotografía en general, o si simplemente te aprecias la belleza de los gatos (no sólo la física) y disfrutas contemplando imágenes tomadas con la sensibilidad de un profesional. Un regalo para ese amigo gatero, que ya te habrás ganado si además le gusta la fotografía.

Precioso artículo (y preciosas fotos). Me ha encantado. ¡Enhorabuena, Iñaki!
Me encanta la fotografía y me encantan los gatos, así que… me ha encantado el artículo!!! jajajaja, enhorabuena!